4/8/14

Dear Diary (9)

¡Hola, lectores de sótano! Hoy les traigo otra entrada del reto Dear Diary, donde tengo que escribir una hoja en el diario de vida de la persona que se me asigne. Pueden ver la entrada original AQUÍ
A ver que persona ha tocado ahora...


“Chica soñadora encerrada en una habitación de hospital”


Querido diario:
Otra vez estoy en el hospital. Otra vez somos tú, él y yo, otra vez el silencio, la búsqueda de las palabras correctas para pronto admitir que nunca llegarán y empezar un caótico relato improvisado. No me puedo quedar callada, lo sabes, no soporto la idea de inmovilidad, al menos en los pensamientos.
Los médicos y enfermeros aparecen de improviso, apenas me dan una mirada y enseguida se inclinan a su lado, pero han dejado de venir desde que se negó a contestar, a hablar o mirar con esa terquedad que parece solo de él.
Se ha tapado con la sábana el rostro, y sé que está llorando, en silencio y sin lágrimas, a su forma, a su gusto. No recuerdo haberlo visto triste, ni siquiera el día de su diagnóstico. Enojado, sí; lo recuerdo con sus brazos moviéndose frenéticos, su ceño fruncido y la voz subiendo en lo que era casi una escena, argumentando que se suponía era un examen de rutina, que no había estado con nadie en esos meses. Pero yo miré su brazo telaraña, negando con la cabeza, sin querer creer que lo había hecho, que en su subida se había caído, que en su creerse indestructible había cometido un error.
VIH. Positivo. Había consumido heroína. Compartió jeringa con algún desconocido.
Siempre había sido así. Si no sabía cómo salir de una situación, optaba por la rabia, por la ira. Era fácil para él, y de alguna manera lo entendía, yo podía tratar con el enojo, con las palabras gritadas, con los objetos volando en la habitación. Pero no podía con la pena, con esa imagen indefensa del que estaba en la cima del mundo ayer, con ese dolor que no soy capaz de alejar de sus hombros. Cuando volvemos a esta habitación de hospital, sé que estoy encerrada, que estamos destinados a quedarnos acá hasta que a él se le acabe el instinto suicida de no cumplir el tratamiento; de querer ser amo y señor de algo que ya no le pertenece.
Sé que sigue llorando, así que me doy vuelta hacia la ventana. Me gusta hacerlo. ¿Has notado que las ventanas de los hospitales son diferentes a cualquier otras? No son como la de los dormitorios, que te dan esa sensación de seguridad, de ser protagonista y observador al mismo tiempo.
Pero las de los hospitales son distintas, te da la impresión de que no eres ninguno de los dos, que vives esperando algo, no es que esperes que llegue, sino que lo sabes con esa certeza obstinada que te deja con ansias de algo épico. Solo queda esperar cuándo aparecerá, tal vez una cura milagrosa, alguien que sacudiera al chico tan fuerte para que se detuviera.
Entonces empiezo. A hilvanar cualquier historia, empezar por frases cortas para después desprender ideas, a contarle relatos de niños y de adultos, relajarlo con palabras llenas de dulzura.
Me despego de la pared. Total, el visitante épico no alcanzará a llegar hoy día.

...
Pensé en no publicarlo hoy, pero llevo tantos días retrasándolo, que creo que no podré escribirlo bien XD Culpen a que esté viendo telenovelas dramáticas mientras escribo. Mala combinación.
Besos y cuídense


2 comentarios :

  1. buenas!! ^^
    He visto que habías escrito, no se si te has dado cuenta pero es el septimo Dear Diary, pero bueno jajaj
    Me gusta mucho como lo has hecho, estaría genial que me dejarás el link en el blog cada vez que publicaras un Dear Diary, estaría encantada de leer los que fueras escribiendo.

    Un besazo <3

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  2. Llegue para el Dear Diary! Todos los que voy leyendo me gustan mucho, me gusta el climax de drama que creaste jaja.
    Un saludo!!

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