25/3/13

Reseña de "El Antiviaje del Cabo Veloso"


Título: "El Antiviaje del Cabo Veloso".
Autor: Sebastián Cisternas.
Páginas: 118.

Sebastián Cisternos es mi seudónimo, Luis Contreras Alfaro es mi nombre. Nací en La Serena en 1973, soy abogado de profesión y novelista más por empeño que por otra cosa. El Antiviaje del Cabo Veloso es una novela con 12 años de retraso, que pude ver la luz después de haber formado una familia, a punto de llegar a mis cuarenta años, ahora que puedo mirar hacia atrás y darme cuenta del regalo maravilloso que es vivir en la Región de Aysén, donde llegué por casualidad, sin sospechar que sería atrapado por el mágico encanto de la Patagonia.
El "Antiviaje del Cabo Veloso" se desarrolla casi al fin del mundo, en los apartados pueblos de la región de Aysén dentro de un país que ni siquiera podía pronunciar la capital regional sin una segunda mirada: Coyhaique. 
La historia es narrada desde dos distintas perspectivas. uno es el suboficial Antimán, un hombre con un matrimonio destruido que ve en la Patagonia la oportunidad de desaparecer, casi como un nuevo comienzo, cautivado por los detalles de cultura levemente mezclada de la zona, somo si el patriotismo fuera una mera palabra en estas tierras. La segunda mirada es de parte del cabo Veloso, un hombre que se ha visto separado de sus hijos cuando su mujer se los lleva, y ha tenido que viajar a Coyhaique para atrapar a un criminal y llevarlo a Santiago. En el caso de Veloso, todos sus cambios ocurren a un nivel más profundo, casi rayando en lo espiritual.

Dicen que olvidar es algo natural, incluso saludable para evitar existencias pútridas. El problema es que uno no elige las cosas para que se vuelvan transparentes y finalmente desaparezcan del cerebro.
 Surge una reflexión en torno a la forma de acatar las normas. Escuchar una orden, dedicarse a seguirla. No preguntar, no cuestionar... ¿hacía al hombre esclavo o libre? ¿No valía la libertad de no tener que tomar las decisiones, de dejarlo todo? 
Pero Veloso, quien era un sabueso, quien escuchaba y acataba, empieza con una duda lejana, qué había hecho el detenido para necesitar arrestarse, por qué debía llevarlo de vuelta a Santiago. Sus propios dramas personales afloran, y es en este pedazo del fin del mundo donde viene a descubrir lo que realmente ocurre en su interior.

De la lectura, resulta un poco notorio que la escritura ha sido llevada en un largo período de tiempo. La gente cambia, se modifica, madura o se vuelve más niña... pero algo debe ocurrir. A lo largo del libro, especialmente por la última parte, se nota que el hombre que ha escrito esos capítulos no es igual al del inicio. Eso corta un poco la lectura, creo que sería más aceptable y fugaz para un lector de mayor edad. Los jóvenes tienen demasiada curiosidad.

La visión de los personajes y las descripciones nos hacen sentir como si estuviéramos en el lugar, en los zapatos del sujeto. Me explico: ves el lugar, traza una imagen en nuestra mente y sientes parte del personaje. El cansancio de una vida carente de magia, el entumecimiento emocional cuando nos negamos a dudar de las cosas simples y cotidianas; en el caso de nuestros protagonistas: las órdenes.

Todo está enmarcado con las creencias y la actitud típica de la Patagonia, con esa pequeña muestra de personas diferentes. A veces es necesario vivir en ese mundo paralelo para decidirte si quedarte o volver.



Interesante, si se lo topan, léanlo. Si no, no desesperen. No es una obra maestra que vaya a estar entre los más grandes, pero fue una buena inversión de tiempo.
Es uno de esos libros que puedes leer en los ociosos días domingos, con languidez y tal vez un poco de té.




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