25/9/11

Concurso "The Picture Keys" - Relato no.5

Los Guardianes Del Portal

Hace 6 años, que llevo cuidando el portal mágico. Un portal que divide el planeta Tierra en dos mundos. Por supuesto está la mismísima Tierra con los simples, aunque ingeniosos humanos. Y tras el portal, situado en el centro de ésta, se encuentra el Inframundo, más conocido como “Mictlan”. Lleno de seres mágicos, oscuros, astutos y traicioneros. Algunos más que otros, siempre hay excepciones. Sin embargo, no es bueno confiar en cualquiera, puede que te den alguna que otra puñalada por la espalda.
Me llamo Katherine Wells y soy la guardiana del portal por la parte del Inframundo. Al otro lado se encuentra mi compañero Alexander Blake. Casi nunca nos vemos, sólo en algún caso de extrema urgencia, cuando los miembros del consejo necesitan saber cómo van las cosas por la Tierra, debido a que en Mictlan siempre hay más peligros.
Por eso estoy aquí, cumpliendo una misión de alto rango, aunque a mí me resulta de lo más absurda y aburrida. Todavía recuerdo nítidamente el día en el que conseguí superar todas las pruebas, básicas e imposibles, del CMI (El Cuerpo Militar del Inframundo) para ser elegida por los miembros del consejo (“jefes” como diría mi padre). Así podría ser útil para todos los habitantes de ambos mundos.
-A continuación daremos los nombres de los seleccionados y seguidamente sus respectivos destinos para las misiones del Inframundo.-Anunció el portavoz del consejo. -Anika Brown; su destino la espera en la sala C, Elisabeth Fowler; sala B, Oliver Jackson; sala D,…- Estaban nombrando alrededor de doscientos nombres con sus futuros destinos. Al parecer casi todos habían superado las pruebas, pero casi ninguno con un sobresaliente -… Katherine Wells, diríjase a la sala A.- Dicho esto, prosiguió con algún compañero que no había sido nombrado, puesto que yo era la última de la lista.
En ese momento no sabía si estaba viviendo un sueño o la realidad. Me habían destinado una misión del mayor nivel posible. Lo primero que pensé fue en lo orgullosos que estarían mis padres. Ellos se habían sacrificado hace 4 años en la batalla de Quetzal, un lugar inerte de vida, sin embargo, lleno de sombríos espíritus, para que todos nosotros pudiéramos continuar con vida. Ellos eran los auténticos héroes de Mictlan.
Una vez dentro de la pequeña sala, los miembros del consejo, (quienes lo formaban antiguos habitantes que gracias a grandes hazañas consiguieron el control de los mundos y la inmortalidad) me recibieron junto a un chico, más o menos de mi edad. Me impresionó su hermosura. La mayoría de los seres que conozco son como yo, pero aun así, soy diferente.
Tengo el pelo largo y negro, soy alta y esbelta con la piel blanca y los ojos grises dependiendo de mi estado de ánimo, por lo que poca gente puede presumir de ello. En cambio, la mayoría tienen los ojos oscuros, el cabello negro, la piel ni morena ni blanca y son más robustos que esbeltos. El caso es que este chico tiene el pelo corto y castaño claro, los ojos claros, (no sé exactamente de qué color son, creo que también cambian según el ánimo) y una sonrisa preciosa, nada oscura y desconfiada.
Como iba diciendo, todos estaban allí, demasiado serios. Como si la misión fuese de lo más secreta y misteriosa. Bueno, a decir verdad, la misión es de alto rango, por lo que es normal que la situación sea esta ¿no? A lo que iba, los miembros del consejo son:
-Theobald: un hombre anciano, sabio y sereno. -Bera: la mujer de éste, ella le ayuda a tomar las decisiones más remotas. -Harek: su único hijo, príncipe de Mictlan y un gran luchador por su valentía. -Sigurd: compañero de Theobald, ellos se consideran hermanos, dado que siempre ha librado batallas juntos. -Ziania y Ameya: ambas hermanas por parte de madre, Izel ,de quién Ziania heredó su belleza, alegría y entusiasmo, en cambio Ameya heredó lo mejor de su padre biológico, Ceyaolt ,su perseverancia, seriedad y consideración en las decisiones más complicadas. -Y por último; Eikebor: hijo de Sigurd, algo envidioso y egoísta, pero con un gran alma.
Todos ellos conocían perfectamente a mis padres. Si no hubieran muerto, ellos se unirían al consejo y…
-Katherine, -Tomó la palabra Theobald, sacándome de mis pensamientos y al que dirigí una mirada de respeto- seremos breves. Su misión será vigilar noche y día el portal que comunica a ambos mundos. Es una misión de alto rango y una de las más importantes para todos nosotros. Tendrá que ser paciente y sobre todo no perder de vista esta valiosa llave que abre el portal. - Señaló una llave de bronce situada encima de la mesa. Por el aspecto que tenía, parecía viejísima.- Para estar seguros de quien confiar, te dejaremos esta foto de tu compañero, Alexander Blake, que también estará vigilando al otro lado del portal. - Dijo mientras él me saludó con una sonrisa- Y a quién también le hemos otorgado una foto tuya para que podáis reconoceros entre vosotros.-Ahora fui yo quien imitó su gesto.
-Chicos, tenéis veinticuatro horas para recoger todo lo que necesitéis dado que no podréis separaros del portal, pero tampoco abrirlo. Las órdenes son claras, solo lo abriréis cuando un miembro del consejo lo necesite o en algún caso de emergencia. Eso es todo. Gracias por colaborar y mantener el equilibrio entre ambos mundos. - Concluyó Sigurd, quién reveló la palabra de Theobald.
-Perdone, Theobald. ¿Puedo hacerle una pregunta?- Dije algo incómoda cuando todos me miraron asombrados.
-Si, por supuesto señorita Wells.
-¿Por qué nos habéis elegido a nosotros, unos militares, y no a otros que tienen habilidades superiores?- Estaba inquieta por saber la respuesta. No entendía cómo nos habían elegido para esta misión. Necesitaba acción, no estar quieta en un mismo sitio.
-Muy sencillo. No todos, estén o no más desarrollados, superan estas pruebas con la agilidad, inteligencia, astucia, fuerza, flexibilidad y reflejos necesarios que ambos poseéis. -Dijo mientras se marchó seguido de los demás.
Me quedé boquiabierta y sorprendida de que mi nivel físico y psicológico fuese tan avanzado. Al principio dudaba de ser elegida para hacer las pruebas y formar parte del CMI. Ni siquiera imaginé que llegaría tan lejos.
-Bueno Katherine, creo que deberíamos tener algún tipo de contraseña o clave para identificarnos y estar seguros de que no hay impostores entre nosotros.- Propuso Alexander mientras me miraba fijamente, expectante por saber mi opinión.
-Sí, claro. Es una idea estupenda.
-Kate, ¿puedo llamarte así? - Asentí a sabiendas de que nunca me habían gustado los diminutivos, pero al escucharlo en su voz, sonó precioso. Como el canto de las sirenas, incluso la llamada de los unicornios, mis criaturas preferidas, las más adoradas, veneradas y apreciadas del Inframundo. - ¿Qué te parece si yo digo “Las sombras quieren pasar, y tú dices…
-… Pero los guardianes nunca lo consentirán.”- Mi voz sonó firme y decidida, puede que algo cortante. Estaba dejándome llevar por los sentimientos que tanto daño me hicieron en el pasado y tenía que impedirlo. No podía desperdiciar esta oportunidad por no controlar mis emociones.
-Me gusta. Iba a decir “Y nosotros contra ellas lucharán”. Pero me atrae más tu respuesta. Nos quedan veintitrés horas para recoger lo necesario y terminar de conocernos. Tardaré unas tres horas. ¿Y tú?
-Pues… calculo que… dos. Incluso creo que menos. Tú tranquilo puedo esperarte.- Enfaticé algo traviesa- ¿Quedamos en el manantial del Bosque Frío? No está muy lejos de aquí, ni tampoco del portal.
-De acuerdo. Nos vemos Kate.

Cuando llegué al Bosque Frío no había nadie. “Por fin”, pensé mientras me tumbé en el suelo. Más que nada necesitaba pararme a pensar con claridad lo que acababa de suceder. Mis recuerdos giraban más deprisa en busca de una buena explicación, pero al final siempre llegaba a la misma conclusión. Al parecer, el destino quería darme una oportunidad después de haber sufrido durante mucho tiempo.
Podía distinguir cada uno de los sonidos y movimientos de las criaturas que viven en el manantial. Agudicé mis oídos esperando escuchar si venía alguien, pero inconscientemente, me dormí dejándome llevar por la tranquilidad de la naturaleza que quedaba en Mictlan.
La claridad empezó a molestarme con los ojos aún cerrados. No tenía ganas de moverme de allí sabiendo que ya no volvería a descansar, sólo hasta que cambiasen mi destino. Pero sentía que en mi hombro el aire era más húmedo que en el resto de mi cuerpo.
Al abrir los ojos supe la respuesta. Un unicornio blanco estaba respirando cerca de mí. Lentamente me levanté sin asustarle e instintivamente me acerqué para acariciarle. La criatura ni se inmutó, me sostenía la mirada con unos ojos prudentes. Cuando rocé su mejilla salió corriendo, pero no sin dejar de mirarme fijamente.
Había perdido mucho tiempo y no quería llegar tarde. Recogí todo y me marché corriendo sin mirar atrás. Alex no había ido. Y cuando llegué al portal, pude verle utilizando la llave para ocupar su puesto de guardián al otro lado.
Aumenté el ritmo pero no fue suficiente. Él ya había cruzado y cerrado el portal. Maldije el hecho de haberme quedado dormida y me prometí a mí misma, que nunca volvería a bajar la guardia.

Hasta aquí llegan los recuerdos de aquel día, siniestro y especial. Supe que nunca lo olvidaría. Lo único que conservaba desde entonces, era la llave que siempre llevaba colgada en mi cuello y la foto de Alex guardada en mi bolsillo.
En estos 6 años vigilando el portal, no había ni un solo día que no dejara de mirar la foto de Alex. Por detrás, él había escrito:
Lo siento Kate. Fui al manantial donde habíamos quedado, pero al verte durmiendo no quise molestarte y pensé que lo mejor no sería decirnos un Adiós, sino Hasta luego. Cuando te vi, supe que eres el aire que respiro y la razón por la que vivo. Eres la mitad que me falta, pero si el destino no quiere vernos juntos en esta vida, será en la otra. Acuérdate de la contraseña y sobre todo cuídate. Recuerda por qué estás aquí y cumple las órdenes. Te quiere.
Alex.”
No me hacía falta leerlo. Lo había memorizado a la perfección. Incluso me acostumbré al dolor que cada día me hacía más fuerte. ¿Por qué cuando quieres que algo se cumpla por encima de todo, siempre hay algo que lo impide? ¿Si había superado todas las pruebas, por qué suspendía siempre en la del amor? ¿Acaso no estaba preparada para ello? ¿No era el momento? ¿Este es mi destino?
-Padre, madre… os juro que esto no termina aquí. Lucharé por conseguir que mi deseo se haga realidad. ¡Lo juro!

FIN

¡Nos vemos!

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