26/12/15

Reseña de "No ficción"

Título: "No ficción".
Autor: Alberto Fuguet.
Páginas: 174.

Dos tipos que rondan los cuarenta años se juntan una calurosa tarde en el estrecho departamento de uno de ellos a conversar y a ajustar cuentas con el pasado. Podría decirse que se trata de una ex pareja, que quizás nunca lo fue del todo, pues detrás de una ambigua relación gay de casi diez años hay una ausencia llamativa, determinante, rara. Y es justamente esa ausencia la que provee de suspenso y sentido a la larga conversación que ambos sostienen mientras toman whisky y cae la noche santiaguina.

Me sinceraré sobre algo que varios saben: Fuguet no me gusta. O sea, es su narrativa la que nunca ha logrado hacerme sentir algo. 
Demasiadas cosas en contextos diferentes, demasiado de poca sangre... Demasiado cuico, quizá. 
Así que no buscaba exactamente leer más de él, no era mi estilo, simplemente. Pero la portada me gustó bastante, la imagen y las letras en blanco... las ediciones del sello me gustan mucho. Me llamó, además de la publicidad que se le ha dado que finalmente funcionó y aquí estoy.

La historia va de Renzo y Álex, una pareja rara que se ha citado en el pequeño departamento del primero para terminar bien las cosas. Después de años de estar y no estar en algo, se acabó el tiempo de ambigüedad. Álex es escritor, y va a escribir de Renzo, de lo suyo, Acabar con el secreto, poner las cartas sobre la mesa.

El homoerotismo es uno de los recursos más utilizados en distintos artes. Obras de teatro, novelas, pinturas... Todas retratan algo sin llegar a decirlo. Lo insinúan. La propuesta de Fuguet es evidenciar esta omisión, este juego que nunca llega a concretarse.

En su propia estructura característica, ampliando el diálogo y silenciando a un narrador para que los personajes mismos vayan configurando la historia (dos hombres, una tarde y un poco de la noche) que a través de la mirada hacia atrás y entre sus anécdotas y recuerdos nos terminan entregando una panorámica completa: Me gusta ese recurso, que use el diálogo continuo para configurar a sus personajes, para incluir a otros que siempre quedan entre las sombras, aquello que hace hasta irónico que una historia de años (que significó tanto para ambos) tuvo tan poco que finalmente puede ser narrado en el transcurso de un día.

Sí, me gusta aquello, me gustó su historia, me gustó lo que pudo haber llegado a ser su amor si no estuviesen envueltos en el juego de no serlo. Me gustaron Renzo y Álex y la manera en que se estructuró su historia.

Lo que no me gustó fueron dos cosas: La primera, no conozco a nadie de cuarenta años que hable de esa manera. Quizá Fuguet lo haga, lo más probable es que sí... ese tirar de las palabras en inglés, ese snobismo básico en las palabras... No recuerdo quién me dijo en una ocasión que la literatura en Chile, si no es latina, no tiene sentido. No reconocí nada en el libro, me pasó por el lado, me rozó y aunque comenté en múltiples ocasiones con mis conocidos que me había gustado (que se los recomendaba), no puedo dejar pasar esto como una advertencia, como una incomodidad a la hora de leer.

Lo segundo, va ligado a lo primero. Tenemos literatura barriobajera. Ya sea de intelectuales que en sus aras de salvadores la formaron y, de una u otra manera, les salió o no, o del momento en que surgieron esos escritores de piel, aquellos que escriben porque lo hacen, porque lo saben y plasmaron sus propias experiencias o las vistas como el derecho que les correspondía. Y lograron cosas maravillosas, lograron literatura de primera; en la que incluso plasmaron en evidencia que existe un Chile gay, que siempre estuvo y que se atrevieron a mostrar en sus formas más sorprendentes, de golpe y dejando al lector sintiendo.

Mi problema con Fuguet es el mismo que antes: su distancia conmigo. El bromance, el perro, el sonido de altanería que me recuerda a la academia que nunca salió de ella, Buen libro, pero no puedo dejar de sentir aquello, que no me llama, que pretende decir algo que ya fue gritado, que ya se encontraba en las bibliotecas nacionales de barrio bajo.


  3/5

De las mejores novelas de Fuguet, pero con su estilo propio, con ese Fuguet con el que nunca tomaré un café, ni una cerveza, ni una conversación sobre lo simple de las cosas. Pero que debo reconocer bueno, excelente, pero lejano.

3 comentarios :

  1. ¡Hoola! Concuerdo mucho contigo en cuanto a la narrativa de Fuguet. Recuerdo una vez que leí uno de sus libros para el colegio, Sobredosis, a todos les gusto pero a mí la prosa no me llegó, la encontré lejana y con ese estilo de unas cuantas conversaciones spanglish que no venían al caso XDDD No tenía idea de lo que trataba este libro y con tu reseña no sé si leerlo o no, aunque por la temática estaría más cercana a darle una oportunidad. ¡Muy buena reseña! ¡Saludos y felices fiestas!

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    1. ¡Gracias! Sí, ese es el dilema con Fuguet si no te convence su narrativa... el spaninglish excesivo no me convence... En el colegio tuve que leer otro de él, Mala onda, aunque en este caso a varios de mis compañeros les incomodó esto. Ahí hay que balancear entre la trama y el autor para ver si darle una oportunidad.
      ¡Besos!

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  2. creo que la forma de escribir de fuguet está íntimamente ligado a su historia. no soy chilena y no me choca ni leer fuguet ni lemebel ni neruda ni mistral ni marcela paz. cada uno con su estilo abre su corazón y lo expone al lector, de ahí a que nos llegue, cosa nuestra, no estamos obligados a leerlo. que choque, ok, pero su narración es fluida y juro por dios que escribe los mejores diálogos que he leído en mi vida (que no es poco).

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