23/12/15

Frases Inolvidables (16)



¡Hola, lectores! Aww... Navidad está tan cerca, ¿y adivinen qué significa eso? ¡Que por fin logré salir de vacaciones! *Confeti de felicidad por haber sobrevivido al primer año de universidad*. Ahora, como estaré incomunicada en el campo pero no quiero dejar de publicar porque por fin tengo tiempo de hacerlo... Dejaré un par de entradas programadas (empezando por esta... Si están leyendo esto, todo salió bien) y espero que pasen unas felices fiestas.

Hoy les quiero dejar unas cuantas frases del último libro reseñado, La sombra del viento, que en lo personal, creo que incluso fuera de contexto producen algo en tu interior. ¡Vamos a verlas!


Me crié entre libros, haciendo amigos invisibles en páginas que se deshacían en polvo y cuyo olor aún conservo en las manos.
Daniel, página 18.

 En una ocasión oí comentar a un cliente habitual de la librería de mi padre que pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer libro que realmente se abre camino hasta su corazón. Aquellas primeras imágenes, el eco de esas palabras que creemos haber dejado atrás, nos acompañan y esculpen un palacio en nuestra memoria al que tarde o temprano –no importa cuántos libros leamos, cuántos mundos descubramos, cuánto aprendamos u olvidemos–, vamos a regresar.
Daniel, página 23.

 Los pueblos no se miran nunca en el espejo, y menos con una guerra entre las cejas.
Papá de Clara, página 38.

 Hubo un tiempo, de niño, en que quizá por haber crecido rodeado de libros y libreros, decidí que quería ser novelista y llevar una vida de melodrama.
Daniel, página 49.

 Una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo.
Daniel, página 54.

 Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además un chiste malo.
Fermín, página 135.

 –Julián vivía en sus libros. Aquel cuerpo que acabó en la morgue era sólo  una parte de él. Su alma está en sus historias. En una ocasión le pregunté en quién se inspiraba para crear sus personajes y me respondió que en nadie. Que todos sus personajes eran él mismo.
 –Entonces, si alguien quisiera destruirle, tendría que destruir esas historias y esos personajes.
Nuria y Daniel, página 209.

 Alguien dijo una vez que en el momento en que te paras a pensar si quieres a alguien, ya has dejado de quererle.
Daniel, página 214.

–¿Y cómo me ves tú a mí?
–Como un misterio.
–Ese es el cumplido más raro que me hayan hecho nunca.
–No es un cumplido, es una amenaza.
–¿Y eso? –Los misterios hay que resolverlos, averiguar qué esconden
Bea y Daniel, página 215.

–Pues bien, esta es una historia de libros.
–¿De libros?
–De libros malditos, del hombre que los escribió, de un personaje que se escapó de las páginas de una novela para quemarla, de una traición y de una amistad perdida. Es una historia de amor, de odio y de los sueños que viven en la sombra del viento.
Daniel y Bea, página 217.


El tren había empezado ya a deslizarse por el andén cuando Julián se volvió para despedirse de su amigo. Miquel Moliner le contemplaba desde el andén con las manos hundidas en los bolsillos.
–Escribe –dijo.
–Tan pronto como llegue te escribiré –replicó Julián.
–No. A mí no. Escribe libros. No cartas.
Miquel y Julián, página 337.


La gente te mira con asco, incluso los que te dan limosna, pero eso no es nada comparado con la repugnancia que uno se inspira a sí mismo. Es como vivir atrapado en un cadáver que camina, que siente hambre, que apesta y que se resiste a morir.
Fermín, página 387.

 Las guerras no tienen memoria y nadie se atreve a comprenderlas hasta que ya no quedan voces para contar lo que pasó, hasta que llega el momento en que se las reconoce y regresan, con otra cara y otro nombre, a devorar lo que dejaron atrás. 
Nuria, página 507.

 En los autobuses o en la calle me sorprendía mirando a otras mujeres más jóvenes que yo con niños de la mano. Parecían felices, o en paz, como si aquellos pequeños seres, en su insuficiencia, llenasen todos los vacíos sin respuesta. Entonces me acordaba de días en los que, fantaseando, había llegado a imaginarme como una de aquellas mujeres, con un hijo en brazos.
Luego me acordaba de la guerra y de que quienes la hacían también habían sido niños.
Nuria, página 511.


¿Qué les han parecido las frases? Espero que les hayan gustado y nos leemos pronto

2 comentarios :

  1. Hola! ^^ este libro es muy bonito, y todo lo referente a los libros... precioso ^^

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